Convento de los Padres Franciscanos (S.XVI-XX)
Incoación para Bien de Interés Cultural en 2010
El convento está dedicado a Nuestra Señora de los Ángeles. La construcción comenzó a partir de la patente otorgada por Francisco de los Ángeles, General de la Orden Franciscana, a Antonio de Jaén, primer guardián del convento, expedida el 24 de enero de 1524.
La orden franciscana ha sido la única presente en esta comarca antes del siglo XX, con conventos de frailes en Tobarra y Hellín, y otro de monjas claras en esta ciudad, que fue el único mantenido tras la desamortización de 1835. En este convento hay dos zonas muy diferenciadas: la iglesia (B), que se mantuvo abierta al culto, y la zona conventual, compuesta por el claustro (F), las celdas (G) y el huerto (H), que fue la más reformada para otros usos. La comunidad religiosa se recuperó entre 1923 y 2008. Las fases constructivas y reformas se han sucedido hasta la actualidad. Aquí se resume la historia de Hellín y las corrientes culturales que por ella han pasado en los últimos cinco siglos.
A) La fachada de la plaza fue restaurada por la Escuela-Taller en 1987, eliminando una portada clasicista de 1958 y reconstruyendo los arcos con ladrillos cerámicos, comunes en la estructura original del edificio. Las rejas también son merito de dicha escuela. En el muro del atrio se recuperaron inscripciones parecidas a los vítores que los universitarios hacían al terminar sus estudios, las iniciales VOT representarían a la Venerable Orden Tercena (hoy Orden Franciscana Seglar).
B) La iglesia comenzó a edificarse por su presbiterio formado por un ábside ochavado, seguido por el crucero y las dos capillas principales a ambos lados, que por sus dimensiones son los brazos de la cruz latina que el templo forma en planta. Ésta primera parte esta cubierta por bóvedas de nervios en piedra, construidas durante el siglo XVI manteniendo la tradición secular, continuada en las capillas que se abren a la nave por arcos apuntados y cubiertas por bóvedas de crucería. El artesonado, con estructura tradicional de par y nudillo, se compuso con casetones mostrando el renacimiento de los elementos de la antigua arquitectura romana. El arco levemente apuntado que separa las dos tipos de cubiertas es interpretado como la separación entre la feligresía común y quienes tenían su puesto reservado cerca del presbiterio. En el siglo XVIII la iglesia se redecoró al gusto barroco. Las capillas-hornacinas acogían esculturas y pinturas que representaban multitud de advocaciones, de cuyo mantenimiento se hacían cargo patronos, por el privilegio de tener sus sepulturas. Con la desamortización de 1835 se dispersaron muchas de las obras de arte. Pero los mayores deterioros se produjeron durante la Guerra Civil (1936-1939). Así los retablos e imaginería actuales son de la segunda mitad del siglo XX. El retablo mayor, reproducción del original, es una obra del hellinero Rafael Millán Álvarez, terminado en 1954. Los relieves del murciano Tomás Noguera representan los siete gozos de María. Contiene los escudos de España, del Vaticano y de la familia Valcárcel, que también esta reproducido en el exterior del convento. El “incendio del belén”, 26 de diciembre de 1955, iniciado en el coro, a los pies de la iglesia, motivó que se retirara la falsa bóveda de escayola que ocultaba el artesonado, cuyas partes quemadas se restauraron con escayola, también se eliminaron los balcones sobre las capillas del lado del evangelio y el muro se redecoró con los arcos mixtilíneos actuales
1) Capilla de Nuestra Señora de Los Ángeles, titular del convento. Su retablo en estuco es de mediados del siglo XVII. Era la capilla más noble y perteneció a la familia Pérez Vela, donde tenían sepultura. Sus escudos nobiliarios están incluidos en el retablo. Las imágenes y pinturas fueron restituidas después de 1936 por donación de Agustín Fernández y Ana Guirado. El retablo del Corazón de Jesús es obra de Rafael Millán y donación de María Cruz Pérez Roche. Imágenes de Nuestra Señora de Lourdes y San Martín de Porres.
2) Capilla de San Joaquín. Paso de la Virgen del Perdón y Cristo de la Caída, obra del imaginero local José Zamorano. Su cofradía solo la integran mujeres.
3) Capilla de La Piedad. Paso de Jesús del Gran Poder, obra del sevillano José Manuel Fernández Andes. Entre estas capillas se abrieron nuevos arcos durante la reforma de 1928.
4) Capilla de San Antonio de Padua. Perteneció a la familia Ruiz. Paso de Jesús y La Samaritana, obra de José Zamorano.
5) Capilla de Nuestra Señora del Carmen. El paso de la Negación de San Pedro es del escultor local José Zamorano. El retablo es de la segunda mitad del siglo XX. También hay una imagen del rey San Fernando, patrón de la Venerable Orden de la Venerable Orden Tercera (VOT) en España.
6) Retablo de San Pascual Bailón, fraile franciscano. Este retablo y el siguiente responden a la misma tipología, ambos tienen su origen en un retablo de piedra caliza rojiza del siglo XVI, al que se superpone otro de madera de mediados del siglo XVIII. Fueron restaurados por Rafael Millán. A los pies del altar está la sepultura encargada por Cristóbal Lozano (religioso y literato hellinero, 1609-1667) para trasladar los restos de sus padres, y más tarde los suyos. La portada de la “Puerta Reglar”, que da acceso al claustro, durante la última reforma fue rematada con un frontón, cuya pintura de José Almela representa el transito de San Francisco.
7) Retablo de la Dolorosa. La imagen atribuida a Francisco Salzillo fue la única rescatada del saqueo que sufrió el convento durante la Guerra Civil. El retablo es del mismo estilo y época que el anterior. El dorado lo realizo Rafael Millán Álvarez a expensas de Dolores Millán Villote. El retablo esta rematado en el ático con una pintura de San Lorenzo, obra de Manuel Muñoz Barberán.
8) Capilla de Nuestra Señora del Pilar, antes dedicada a San Buenaventura. Imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Existió un pulpito forjado en hierro. El actual es de madera de castaño tallado en Vivero (Lugo) por José Otero en 1977 y donado por Aurora Millán Villote.
9) Capilla de San José, antes dedicada a San Diego de Alcalá. Fue la capilla funeraria de la familia Rodríguez de Vera. El retablo de San José, al fondo, es de Garcés y la imagen de San José es de Ricardo Font, está franqueado por las de San Buenaventura, San Diego de Alcalá, Santa Rita y Santa Elvira, todo fue donado por Elvira Ladrón de Guevara en 1944. El retablo de San Diego de Alcalá, en el lateral, tiene imágenes de San Francisco, Nuestra Señora del Rosario y San Rafael, patronos de Hellín.
10) La sacristía es una gran sala cubierta con bóvedas de lunetos separadas por arcos fajones. La mesa del centro es del mismo estilo y época que el lavamanos adosado a la pared, según inscripción, del año 1721. Desde aquí se accede a la cripta baso el camarín, donde eran sepultados los franciscanos. Hoy no hay rastros de su antiguo uso.
C) El camarín, elevado tras el retablo de la capilla mayor, fue construido durante la década de 1760. Tiene planta octogonal con pilastras de orden compuesto en los ángulos, bajo una amplia cornisa de curvas y contracurvas, y cubierto con cúpula vaída estrellada. La rica decoración con yeserías doradas es del gusto rococó. Al igual que los azulejos policromos del pavimento del camarín y de la escalera de acceso, con escenas costumbristas enmarcadas entre rocallas. Las pinturas sobre lienzo en los muros, firmadas por el franciscano Antonio de Villanueva, y los símbolos integrados en la decoración están relacionados con el dogma de la Inmaculada Concepción, que los franciscanos predicaban antes de oficializarse por la Iglesia. La existencia de su cofradía esta documentada desde 1540. La imagen actual es una fiel copia de la atribuía a Francisco Salzillo (S.XVIII), que realizó José Manuel Fernández Andes en 1941 y fue coronada en 1954. El volumen exterior del camarín sobresale del conjunto del convento y destaca por su cubierta de tejas vidriadas de color azul.
D) La torre del campanario que tuvo la iglesia fue demolida por partes. De los cuatro cuerpos que tenía, los dos superiores se eliminaron en 1894, por amenaza de ruina, para construir un cuerpo de campanas más bajo. Y en la década de 1940 se demolieron la torre por completo y el cuartel de zapadores y bomberos, ampliándose la plaza.
E) La actual recepción ha sido muy reformada. Tras la clausura del convento por el Real Decreto de 1835 que suprimió todos los tenían menos de 12 miembros, el Estado lo cedió al Ayuntamiento en 1849 “para establecer escuelas de instrucción primaria y acuartelar la Guardia Civil”. Posteriormente se sumaron otros usos como escuela de artes y oficios, cuartel de bomberos, juzgado y cárcel. Mientras que la Iglesia se mantuvo por las cofradías y la Orden Franciscana seglar que consiguió la llegada de nuevos frailes en 1923, ocupando las celdas que hay sobre esta recepción, hasta que por real orden de 1927 se devolvió a los religiosos todo el edificio.
F) El claustro era imprescindible para el recogimiento del convento. Las reducidas dimensiones de éste fueron compensadas por el minucioso trabajo de cantería, cuyos detalles sitúan su creación en el siglo XVI, en pleno renacimiento del gusto por el arte de la antigua Roma. Durante las reformas del siglo XVIII se construyo una nueva galería cubierta con bóvedas de arista y arcos fajones que apoyan sobre los muros que cegaron las arcadas del cuerpo bajo y empotraron las columnas del superior. Se respetaron las arquerías originales pero ya no tienen función estructural. En el deambulatorio bajo hay pinturas sobre la vida de San Francisco, realizadas por del franciscano Salvador Maciá hacia 1945. En la década de 1930 se hallaron restos de pinturas que pudieron cubrir todos los muros. Durante la restauración de 1996, se recuperaron las columnas y pilares del cuerpo superior que estaban empotrados por el cerramiento, y que en lugar de arcos soportan dinteles de madera. Sobre el falso techo moderno quedan restos del artesonado original. Del trabajo con piedra biocalcarenita local resaltan la variedad de detalles en molduras y medallones, se repite el escudo franciscano de las cinco llagas. El uso del orden jónico en las columnas se puede relacionar con la costumbre de utilizarlo en templos antiguos con advocaciones femeninas, como este convento, cuando se desplazó el brocal del pozo desde del centro a un lado del patio, en su lugar se colocó la imagen de La Purísima.
G) El edificio dedicado a refectorio (comedor comunitario), cocina y sala capitular, en planta baja, y celdas en las plantas primera y segunda, es la mayor obra de reforma y ampliación que se realizaría durante el siglo XVIII. Sus dimensiones reflejan la importancia alcanzada entonces por la comunidad, con esta ampliación llegó a tener más de treinta celdas. Durante la Guerra de la Independencia, en 1809, el convento sirvió de hospital militar. La exigencia de estos espacios a favorecer la vida contemplativa sería cumplida, al poder disfrutar de las vistas al jardín y huerto, que están a los pies de este edificio.
H) El huerto era fundamental para el sustento de la comunidad religiosa, además de las donaciones de los fundadores, las limosnas y las pías memorias, por las que los herederos de los feligreses enterrados en el convento pagaban una renta para celebrar misas. Los terrenos donados a los franciscanos estaban entonces en el límite de la población, cuando todavía se concentrada en el cerro del Castillo y tenía por borde la acequia de la Ribera, uno de los tres hilos de agua de la Fuente Principal.
P) El patio abierto a la plaza da acceso al edificio construido para la Escuela de Filosofía de la Provincia Seráfica de esta orden, trasladada aquí desde Orihuela en septiembre de 1946, y ampliada con los estudios de teología en 1955. Desde aquel momento ésta se consideró la comunidad franciscana más importante de la antigua Diócesis de Cartagena. Sólo hubo un precedente con los estudios de artes y filosofía a finales del siglo XVIIII. Con el descenso de vocaciones, en 1974 estos locales fueron arrendados al Ayuntamiento para dedicarlo a escuela de primaria. Su último uso ha sido acoger el Centro Joven Municipal.
Frente al convento encontramos el Monumento al Nazareno de Francisco Ruiz Oliva, que desde 2002 se levanta en el foco de la predicación franciscana durante casi cinco siglos. Y que hoy se manifiesta en las procesiones de la Semana Santa, que en su origen, a través de imágenes hiperealistas y la escenificación del Vía Crucis subiendo al Calvario el Viernes Santo, se pretendía que los nazarenos tuvieran la experiencia más cercana posible a la pasión de Cristo, como los estigmas de San Francisco, símbolos de la orden como aparece en los escudos del claustro.
La plaza se cierra con la fachada principal de Casa Salazar que podría ser el último ejemplo de vivienda señorial dieciochesca conservada en la ciudad.
El Conjunto Histórico de Hellín, declarado Bien de Interés Cultural en 2007, ejemplifica la evolución del urbanismo en los últimos mil años. Entorno al Castillo, se conserva desde su fundación islámica una trama laberíntica de calles estrechas, retorcidas y con callejones ciegos. Entre ellas surge el primer templo cristiano dedicado a Nuestra Señora del Rosario, reconstruido en los siglos XVIII y XIX. Este núcleo comenzó su expansión en el siglo XVI por plazas como la de la Iglesia de la Asunción y la del Convento de los Franciscanos. Los cerros de San Rafael y San Roque se ocuparon con viviendas sencillas en calles igualmente estrechas que abrazan las ermitas que les dan nombre. Mientras que en las laderas, junto a los huertos, se construyeron casas señoriales, como las viviendas convertidas en el Convento de Santa Clara durante el siglo XVII. Ejemplos del XVIII son la Casa Salazar y la Casa de la Fundación, del XIX es la Casa Falcón, en el barrio de La Portalí, y de principios del XX es el edificio del Museo Comarcal.